El que hoy sea posible “estrenar” este espacio digital creado por una joven experta, “inmigrante” en este mundo de intercambio en la red, a través del presente “blog”, requiere, desde una experta mayor, recordar el pasado sin nostalgia y celebrar este nacimiento generativo dentro de la disciplina científica que se ocupa del desarrollo de los seres humanos a lo largo de su curso vital.
Cuando hace 40 años, la Psicología se separó como carrera universitaria de la Filosofía y Humanidades, en general, y se fue abriendo paso entre las ciencias sociales, la Psicología Evolutiva aparecía en la programación de los estudios universitarios encaminada al estudio de la “evolución” de los seres humanos desde su concepción hasta la adolescencia, considerando como objeto de estudio la descripción de la génesis e hitos más importantes de cambio en los procesos psicológicos básicos. Esa génesis y la descripción de normas, etapas, características, comparaciones entre sujetos de diferentes edades, concluía cuando parecía que ya todos los procesos de “crecimiento” habían concluído: cognición, lenguaje, socialización…y estos llegaban a su culmen en la adolescencia, período de entrada en la vida adulta donde eran otras disciplinas básicas ó clínicas las que podían explicar lo normal y lo patológico de los principales procesos.
La Psicología Evolutiva pasó a llamarse, no sin reservas por parte de representantes de la universidad española, Psicología del Desarrollo, poniendo el énfasis en el concepto de “desarrollo” entendido como cambio y esta nueva disciplina como capaz de describir, explicar e intervenir en dicho cambio. Y el cambio no culmina, como hoy sabemos, en la adolescencia: hay cambio mientras hay vida. De ahí surge el “desarrollo del Ciclo Vital” lo que conlleva que el psicólogo del desarrollo no sólo se limite a “ver pasar” el cambio tal como lo da la naturaleza y/o el ambiente, sino que, al intervenir evolutivamente, maximiza las variables que favorecen el desarrollo óptimo en cada proceso, en cada etapa de la vida…y disminuye la probabilidad de aquellas variables que impiden la posibilidad de crecer, de lograr el máximo potencial de los seres humanos, en cada contexto, en cada proceso, en cada etapa de la vida y en cada individuo.
No es fácil transmitir a las nuevas generaciones de profesionales la “revolución” que supone la presencia de este espacio de intercambio y su denominación. Las palabras nos marcan el mapa (aunque”el mapa no sea el territorio”) unas u otras nos acercan de modos distintos a una misma realidad , nos “sitúan” porque con ellas y a partir de ellas, construimos la realidad , una realidad diversa y sensible.
El trato que se haga de la realidad del Desarrollo Humano no es una cuestión trivial. Bienvenidos los que ven ese desarrollo como un potencial ,que creen que es posible optimizar los recursos psicológicos, sociales… amortiguar las dificultades inevitables, fortalecer las propias capacidades, diseñar espacios enriquecedores, hacer posible, desde lo que nos aporta la ciencia, el desarrollo óptimo sea cual sea la etapa de la vida en la que se encuentre cualquier ser humano en desarrollo.
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